01 enero 2007

La mala suerte

Ayer, un largo atasco me puso de mala leche. Veníamos hacia Vigo y a la altura de Vincios, una pequeña aldea a pocos kilómetros de la ciudad, una larguísima cola de coches nos detuvo, obligándonos a coger una carretera alternativa en la que por supuesto nos perdimos, retrasándonos todavía más. Durante todo este tiempo ni siquiera me preocupé por lo que había pasado, se veían unas luces de ambulancia, imaginé que un choque entre dos conductores con prisa. Pero no. Mientras yo me ponía de mala leche por el atasco, dos personas habían muerto. Un coche las atropelló y se dio a al fuga. La noticia está en todos los periódicos. Vincios es un pueblo de esos típicamente gallego, forjado a ambos lados de la carretera. Los indicadores de velocidad marcan un límite de 50 km/hora. Vengo casi cada día por esa carretera y quizá yo y un par más respetamos ese límite. Lo triste es que cuando reduzco para entrar en esta u otra zona urbana suelo llevar detrás a algún gilipollas "pisándome el culo" para que acelere. En el pueblo donde nosotros vivimos sucede lo mismo. La carretera que lo atraviesa es también típicamente gallega, la gente ha construido sus casas donde le ha dado la gana y hay tramos en que solamente cabe un coche. Hace un par de días una furgoneta, a la vista de mi decisión de no pasar de 40 km/h, atajó para adelantarme y subir la carretera de montaña que lleva a mi casa a 90 por hora. El día en que ese demente se encuentre con unos niños o unos perros al borde de la carretera se los llevará por delante. Cada vez desprecio más a estos conductores. Hace una semana uno de ellos mató a los dos perros de un amigo. Ni siquiera se detuvo a ver qué había pasado. Uno de los perros no murió en el acto, pasó la noche tirado en la carretera con la columna rota. Tuvieron que sacrificarlo. Las dos personas de ayer murieron mientras cruzaban la carretera, seguramente iban a tomarse los últimos vinos de 2006 con sus amigos, antes de cenar. Y esos asesinos al volante siguen su camino, como si nada hubiese pasado. Fijaos, si no, en Farruquito.

6 Comments:

Erayo Peroyano said...

La verdad es que todo el mundo debería estar ya más que concienciado de que el coche, utilizado con la más mínima negligencia, es un arma letal. También soy de los que respetan o intentan respetar los límites de velocidad establecidos, y la verdad es que es muy molesta esa sensación de que venga el típico cagaprisas que se cree el amo de ese tramo de carretera y se te pegue hasta adelantarte, normalmente cuando peor lo tiene para hacer la maniobra, en línea contínua, o cuando viene alguien de frente tan cerca que es una temeridad. Son verdaderos suicidas/homicidas al volante, y son un peligro.

Tu post me ha recordado al peor accidente de tráfico que he visto en mi vida, y por desgracia ya van unos cuantos, precisamente también un atropello y también en Galicia, en Ribeira para ser exactos. Fue hace varios años pero no se me borrará jamás de la memoria: un coche a unos 100-11o km/h entrando en el núcleo urbano embiste a una anciana en un paso de cebra a escasos metros de donde yo me encontraba. El resultado fue dantesco y te ahorro detalles macabros. El conductor a diferencia de los dos desgraciados que han dado pie a tu post, no se dió a la fuga, y allí quedó sumido en un tremendo ataque de ansiedad. Y uno con las ganas de decirle que si hubiera ido a 50 como marcan las señales y el reglamento ni el estaría así (más las secuelas psicológicas que te quedan), ni hubiera habido que lamentar la muerte de la anciana dos días después (que ya duró). Está claro que al que no pone prudencia que le salga de dentro, le para la carretera, el problema es si por el camino se lleva a algún inocente por delante, como en estos casos.

De Farruquito hacer una puntualización, porque es un caso que ha manchado mucho a la Justicia cuando ha sido una aplicación de las leyes que hay: irá a la cárcel después de que la Audiencia Provincial le haya aumentado en Apelación la condena hasta los tres años.

Un saludo.

Desesperada said...

El tema de Farruquito probablemente con la actual legislación hubiese sido diferente, claro, pero lo que yo quería señalar es el grado de impunidad, y fíjate que tres años de cárcel me parecen pocos para este personaje!!! Lo de esta gente de Vincios lo escuché antes en televisión y casi me echo a llorar, eran dos hombres, charlaban pegados a la carretera, el coche los embistió y durante treinta metros fue con uno de ellos sobre el capó, hasta que hizo una serie de maniobras para lanzar el cuerpo al suelo y darse a la fuga... Quién puede ser tan mala persona?

Anónimo said...

Hay mucho gilipollas que conduce sin ningún cuidado. Conozco a gente que se vanagloria de conducir borrachos, con más de ocho copas encima. A mí me dan ganas de vomitarles encima y de decirles que son unos hijos de puta, pero sólo acierto a decirles que son unos inconscientes y que la próxima vez no tendrán tanta suerte (podrían pararles la policía o sufrir un accidente).
Además, hace un año me atropelló un coche mientras cruzaba un paso de peatones y el cabrón del conductor quería que le pagase los desperfectos sufridos en su BMW. Por eso, al leer este post no he podido evitar emocionarme.

Anónimo said...

Ha sido muy triste esta noticia, más un día como el de anteayer. No es justo. Y tampoco es justo que estos asesinos de mierda no esten encerrados. Tráfico se olvida que psicópatas al volante hay demasiados, y a esa gentuza le importan poco las campañas de concienciación y mensajes del estilo. De todas formas, con pasta por delante nadie paga con la justicia, sino tiempo al tiempo, y hablo de Farruquito, obviamente. 1 saludo...

Anónimo said...

Ojala que la muerte de estos paisanos nuestros no sea en vano y valga para algo
Creo que todos los hemos tenido en la mente cuando estábamos con los nuestros pensando que podian ser uno de ellos.

Por que no se repita y sobre todo las circustacias a posteriori demostrando la cobardía del accidente.

Un saludo anonimo desde Venecia

Desesperada said...

Pues al tipo ya lo han pillado, estaba ayer tan tranquilo en un bar de su pueblo, cerca de Tomiño, aquí en Pontevedra, tomandose unos cafecitos y jugando la partida. Seguro que hasta se fue de copas en Nochevieja. Menudo capullo.