05 enero 2007

El fin de los petardos

Donde yo vivo, la civilización saltó por la ventana hace tiempo. Aunque nuestra casa está a veinte kilómetros de la mayor ciudad de Galicia, Vigo, no tenemos ADSL ni cable, el móvil apenas tiene dos tristes rayitas de cobertura, no nos recogen la basura a la puerta de casa y cada vez que escucho a los políticos elogiando el rural gallego es que me pongo sushi. Porque los que, como yo, adoramos vivir en el monte, tenemos que renunciar a hacerlo en igualdad de condiciones, a pesar de pagar los mismos impuestos que el resto de los gallegos. Pero lo que peor llevo, os lo juro, es lo de los petardos. Aquí, sin ordenanzas municipales, cualquier momento es bueno para lanzarlos. En las fiestas parroquiales estuvieron más de tres horas seguidas, os juro que no exagero, lanzándolos. Fue tan tremendo que a una de mis perras casi le da un infarto. Así que en pleno arrebato de mujer desesperada, cogí el coche y seguí el ruido de las explosiones. Mi sorpresa fue mayúscula porque quienes estaban lanzando los petardos no eran cuatro chavales, sino cuatro sesentones con una cara de garruleitor que quienes no frecuentais el campo no podéis ni imaginar. En plena efervescencia premenstrual, les dije a gritos que estaba hasta los cojones de sus petardos, que una cosa eran diez minutitos, pero que tres horas eran para desquiciar a cualquiera. La expresión bovina con la que me miraron sigue apareciendo en mis pesadillas. Primero, debieron de flipar con mi arrebato de locura. Segundo, debieron de flipar porque una mujer les gritase (esto en según que sitios sigue siendo pecado). Y tercero, debieron de flipar, simplemente, porque a alguien le molestase algo que para ellos es tan entretenido. Evidentemente, volví a casa y los petardos siguieron sonando toda la tarde. Hoy fui a por una bombona (sí, aún existen), y al volver pillé a un vecino con un amiguito (los dos de unos setenta tacos) lanzando petarditos de lo más divertidos. Claro, hoy es Reyes, mira tú, será por eso que se vuelven a lanzar al petardeo. La veterinaria de mis perras me contó hace unos días que una chica que vive por esta zona ha puesto una denuncia a estos pirados. Creo que voy a hacer lo mismo.

4 Comments:

Anónimo said...

Pues pásate este año por Valencia en Fallas y sabrás lo que es padecer el ruido de los petardos a cada hora durante una semana (y algunos no parecen petardos, y te lo dice alguien que ha vivido doce años en Pamplona y ha oído explosiones que no son petardos).
Un saludo.

Desesperada said...

ja ja ja lo sé, mi cuñada es de castellón. te compadezco, de verdad, no puedo soportarlos, ja ja ja

Kit said...

Y es que la gente se cree que como ellos están casi sordos los demás vamos por el mismo camino.

Como los que se mudan a un edificio y se creen que siguen en el campo junto a sus vacas y sus enooormes espacios y pueden gritar a las tantas o hacer ruidos molestos poniendo reggeaton a volumen 35 a la hora de la siesta.

Si es que, un poquito de por favor.

Desesperada said...

todo se reduce a eso de no hagas a los demás lo que te molesta que te hagan a ti, pero debe ser que nos cuesta practicarlo... Feliz Año, Kit!