Naranjito

Hay dos tipos de personas: las que saben quién es Naranjito y las que no. Yo soy de las primeras. Los otros son demasiado jóvenes. Así que ellos no celebrarán hoy con especial emoción el 25 aniversario del Mundial de Fútbol de 1982. Yo tenía 11 años. No sabía qué era un fuera de juego, un corner ni que Platini estaba llamado a reinar, pero el Mundial tiñó España de emoción. Por primera vez, nos mostramos al mundo como un país moderno, no como el páramo tercermundista en que nos había convertido el franquismo. Naranjito y Clementina eran horteras, como exigían los ochenta, esa década de hombreras y mangas japonesas en que pasé mi infancia. Balaídos acogió un partido, y de las retransmisiones por televisión nunca olvidaré la emoción de mi padre cuando España jugaba como nunca y perdía como siempre. Hoy me he enfundado uno de mis regalos de cumpleaños, una hiperpija sudadera de Adidas negra y dorada, para celebrar que, hace 25 años, nació mi amor por el fútbol.