La madre y la hija se levantaron y fueron hacia la ventana, ante la cual permanecieron abrazadas. El señor Samsa hizo girar su sillón en aquella dirección y estuvo observándolas un momento tranquilamente y luego dijo
¿Llevas reloj? -volvió a preguntarme. Y luego se levantó y se quitó el vestido por la cabeza. Noté una sensación rara cuando lo hizo.
...contagia de una aceleración contemporánea y una gestualidad hamponesca. Sus protagonistas parecerían acólitos de los Grandes Señores de Almoloya. Del cambio de las épocas surge la nostalgia, pues el destrampe de hoy hace aparecer...
A lo que nuestros judíos norteamericanos responderían: '¿Y qué esperabas de un griego incircunciso?'. Mientras que nuestros cristianos norteamericanos nos recordarían las cartas abrasadoras que san Pablo enviaba a los corintios y a los atenienses.
Si bien los fundadores de nuestra república pretendían que el estado fuera enteramente secular en sus leyes e instituciones, en realidad nuestras leyes son una mezcolanza de supersticiones judeocristianas.
Felices treinta, hermana.
Sentimos no estar ahí.
Besos,
4 Comments:
Tiene una absurda coherencia interna fascinante...
a qué sí?
Caóticamente ordenado...
Es increible lo bien que queda la mezcla de fragmentos. Muy bueno.
Saludos.
Post a Comment