Cuando llega la Navidad, ser periodista es un chollo. Regalos, comidas, cenas... durante quince días, todos se esmeran en hacerte creer que eres importante, aunque en realidad seas la última cadena de un engranaje de servidumbres en el que tú siempre eres el más pringado. Yo, como soy tan rarita, odio intensamente todo este tinglado de cenas navideñas, especialmente las de trabajo, estas que organiza el jefe y a las que vas con todos tus compañeros te apetezca o no. Otra cosa es organizar con tus colegas del trabajo una, eso me parece fantástico. Pero estas comidas impuestas me repatean. Lo mismo me pasa con las institucionales. Aquí en Vigo se han hecho... no sé, pero como mínimo una decena. El Centro Comercial Gran Vía estrenó las comilonas invitando a una veintena de periodistas y regalándoles una potente cesta navideña. Después hubo comidas de la empresa de autobuses urbanos, de la Diputación de Pontevedra, vino del Ayuntamiento, vino del PSOE, vino del Puerto, en fin, qué os voy a decir. Pero lo que os quiero contar es que en cada evento de este tipo te dan un regalo. Sólo hay un periodista en toda la ciudad que nunca los acepta. Yo acepto los que proceden de empresas privadas, si quieren tirar su dinero de ese modo, allá ellos. Pero lo que me irrita profundamente es que instituciones públicas gasten el dinero de todos en agasajar a los periodistas. La Diputación de Pontevedra regaló este año a los periodistas de Vigo varios libros editados por ella, lo que me parece hasta elegante, y ¡un mp4! No fui a esa comida, ya os he dicho que las odio, pero es que si llego a ir sé que les hubiese dejado (con gran dolor, debo reconoclerlo) el mp4 sobre la mesa. Una semana después, Autoridad Portuaria regaló un bolígrafo valorado en 120 euros. Repetiría la hazaña, me temo. Lo peor no es que regalen semejantes barbaridades, sino que a los periodistas, fotógrafos y cámaras en general les parezca tan cojonudo. En fin, cada día me siento más rara en este planeta.
30 diciembre 2006
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3 Comments:
Desesperada, te entiendo tanto... A mi me pasa lo mismo. No soy periodista, pero "sufro" estos chantajes materiales con muchísima frecuencia. Hace un tiempo ya que concluí que mi trabajo no se valoraba con tanto peloteo material. Y dejé de ir a esas cenas, congresos, viajes y demás homenajes envenenados, como tú bien describes. También me siento rara, pero mucho más a gusto conmigo misma.
Me encanta que haya otro bicho raro como yo!!!
De coña!! en mi empresa algo hay de eso con los proveedores, pero es diferente, pues los regalos llegan para el departamento en general nunca individual, es curioso ver a la gente como pelea por quedarse con esto o lo otro. A mi me da la risa. 1 saludo...
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