Cuando recorrí la National Gallery londinense no pude evitar pensar que la mayor parte de los tesoros que se exhiben en este museo proceden de expolios. Hay maravillosas piezas egipcias, sobre todo, que en Londres resultan fuera de lugar. Pero es evidente que ahora, siglos después, restituirlas no está en la mente del Gobierno británico, aunque sería una excelente justicia poética, sin duda. Salvando miles de distancias, en Vigo tenemos un caso parecido, pero con el agravante de que es reciente. Vigo es una ciudad que, en contra de lo que siempre se creyó, fue un importantísimo enclave romano. De hecho, la factoría de pescado más antigua del mundo romano está aquí, en Vigo. En la última década han aparecido enclaves desconocidos de altísimo valor arqueológico, algunos en el centro de la ciudad, que tiran por tierra la creencia de que el Vicus romano era una pequeña aldea. Uno de los hallazgos, un ungüentario romano, apareció en las excavaciones hechas para construir un túnel próximo al mar, el de Beiramar. Este ungüentario, según los expertos, corresponde a un peregrino, pues eran muy comunes entre quienes recorrían el Camino de Santiago. La Xunta de Galicia ha negado desde siempre que Vigo tuviese alguna importancia en este Camino, aunque hay documentos de sobra que demuestran lo contrario. Quizá basándose en esto, la Consellería de Cultura decidió que esta pieza debía exhibirse no en Vigo, por Dios, ciudad de mierda, sino en Santiago de Compostela, que tiene un hermoso Museo das Peregrinacións. Evidentemente, a los vigueses no nos pareció tan bien que una pieza tan importante fuese expoliada y llevada a otra ciudad, y la Asociación de Amigos dos Pazos inició una campaña para recuperarla. Camapaña que recibió el apoyo municipal, pues desde la concejalía de Cultura se hicieron numerosos trámites para pedir su devolución. Agotada la vía amable, se inició el pleito. Y lo hemos perdido. El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia ha decidido que se quede en Santiago. No porque Vigo no merezca exhibirla, sino porque la Consellería de Cultura tiene competencias para decidir dónde, y ha elegido Santiago. En fin, es una anécdota, el ungüentario es tan pequeño como mi mano. Pero la afrenta es mucho mayor.
Foto: Xoán Carlos Gil (La Voz de Galicia)
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