Indefensión

Después de hablar ayer de esa gente que juega con sus coches como armas, recordé una cosa que me pasó este verano. ¿Os acordáis que el día de mi cumple me sumé a las grandes celebraciones dándole un golpe a mi destartalado vehículo? Fue un golpe sin importancia, típicos de mi despiste, en un ceda el paso el coche que estaba delante hizo un amago de salir, no salió y le di un pequeño golpe. A él no le pasó nada grave, pero la mala suerte quiso que mi coche diese el golpe de refilón, lo que movió algo importante que unos días después casi me costaría la vida cuando el capó se levantó solito en la autopista. Bien, arruinada tras arreglar mi coche recibí una llamada anunciándome que seguramente me echarían del seguro a causa de aquel golpe. Me informaron de que el otro conductor, por su parte de accidente, incluidas ¡lesiones!, había obligado a mi compañía a hacer una provisión de fondos ¡de 9.000 euros!

No voy a opinar demasiado sobre esa persona, ese estafador, ese malnacido que de un golpe en la defensa intenta sacar tajada. Debe haber a cientos. Esto sólo me ha enseñado que, en mi próximo accidente, haré una foto de los daños.

Lo que quiero destacar es que si por un golpe a 20 km/hora en un ceda ¡estuvieron a punto de echarme de un seguro!, ¿qué tipo de protección tenemos los conductores? Es decir, si pago un seguro precisamente para estar cubierta cuando tengo un accidente, ¿cómo es posible que tenerlo haya estado a punto de costarme quedarme sin él? Con el agravante de que, en todos los años que llevo con esa compañía, jamás he dado un parte.

Eso sí, al estafador de mi accidente no va a pasarle nada. Ni a los dos subnormales profundos que conducían ayer borrachos en sentido contrario.