26 octubre 2006

Inundados


Primero fue el fuego, ahora el agua. Qué apocalíptico. Los montes, llenos de ceniza, no han podido detener el agua, que ha asolado en riada muchos pueblos gallegos. Cuando miras las caras de la gente te das cuenta de que en esos momentos, golpeados por la catástrofe, parecen sentirse muy solos. Quizá esto es inevitable, la soledad ante la adversidad, porque cuando tus cosas han sido anegadas, y aunque sabes que son cosas, y nada más que cosas, algo debe dolerte profundamente. Porque en realidad en nuestra sociedad de mierda somos las cosas que tenemos, y esta verdad está tan profundamente arraigada en nosotros que cuando las cosas desaparecen, sientes cómo desapareces tú tras ellas.

Foto: Jose Lores

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