Vigo roza los 300.000 habitantes censados. De ellos, más de 240.000 están llamados a las urnas. Y, de ellos, 61.600 aún no saben a quién van a votar. En un país normal, políticamente sano, que el 25% del censo esté integrado por indecisos debería hacer reflexionar a los políticos. Hoy es el día idóneo para ello. Ya os adelanto que no lo harán.
No he seguido la campaña con interés. Me aburre. De lo que he visto y oído en mi ciudad, un análisis somero me indica que el candidato del PSOE, Abel Caballero, se ha gastado tanto dinero en publicidad tanto del PSOE como del Puerto, del que es presidente, que me resulta obsceno. Ha manejado con látigo a los medios de comunicación, volcándose en los de mayor audiencia, llamando por teléfono cuando no le convencía el resultado sin importarle joder el trabajo de alguien que cobra 800 euros. Vaticino un alcalde de aire intelectual y sonrisa que intenta ser amable, pero al que su sectarismo se le escapará entre los dedos, casi sin darse cuenta. Su proyecto se basa en obras faraónicas. Le apodamos Marina D'or.
La candidata del PP, Corina Porro, promete más de lo mismo. Es decir, cuatro años más de céntricas calles llenas de flores y de barrios abandonados. Accedió a la alcaldía tras la debacle del recto Ventura Pérez Mariño, que entre otras cosas se negó a seguir "financiando" al diario local Faro de Vigo (¿tendría algo que ver la campaña de acoso y derribo que le hizo este periódico hasta que le costó la alcaldía?). Uno de los primeros gestos de Corina Porro fue renovar las generosas ayudas al Faro de Vigo.
Santi Domínguez, candidato del Bloque Nacionalista Galego, es a priori el candidato más encantador. Quienes trabajaron con él en el ayuntamiento lo elogian, y fue un buen concejal de deportes. Lástima de algunas aficiones privadas que le nublan la conciencia y lástima que su partido, hace cuatro años, entregase en moción de censura la alcaldía al PP. Pocos se lo perdonan. Aunque puede que gran parte de la izquierda indecisa le escoja a él antes que a Caballero. Sería un alcalde de rebote, en definitiva.
Luego está el Partido Galeguista, del ex alcalde socialista Manuel Soto, un hombre que no dejó precisamente con buena fama su cargo. Pero siempre consigue uno o dos concejales, que pueden ser clave en la formación de gobierno, ya que él podría pactar con el PP.
Aunque no seáis de Vigo, supongo que habréis entendido el dilema. Los vigueses nos hemos acostumbrado a tener políticos de perfil medio-bajo. Mañana deberemos escoger al menos malo. La derecha sabe a quién votar. La izquierda no. Veremos qué pasa.