Acusar de violentos a los radicales islámicos no es políticamente correcto. ¿Me jugaré la vida si digo que, desde mi agnosticismo, el Papa Ratzinger Z tiene todo mi apoyo en la crisis causada por sus palabras sobre Mahoma? ¿Es tan grave argumentar en un erudito discurso ante universitarios que la fe nunca debe proclamarse a través de la sangre? Esto lo pensamos todos, excepto cuatro fundamentalistas que ahora queman imágenes del Papa por todo el mundo árabe, destruyen iglesias y hasta asesinan a monjas en protesta. Y Occidente, aterrado, baja la cabeza. Ya pasó con el tema de las viñetas de Mahoma, cuando los daneses se quedaron solos ante la barbarie islamista. ¿Es que nadie va a decir basta? ¿Dónde están los islamistas moderados? ¿Tenemos que acatar desde occidente, donde hemos separado iglesia y estado hace tiempo, semejante comunión de fe y política?
Y de religión a flacas, porque sigo con interés las protestas causadas por las medidas para evitar la deslgadez excesiva en las modelos de la Pasarela Cibeles. Me resultan inconcebibles las protestas de estas chicas: es humillante pesarse. Por favor, cobras miles de euros por desfile precisamente porque pesas exactamente lo mismo que yo, pero con diez centímetros más de altura. ¿Humillante? Humillante es que para las mujeres la belleza siga siendo un valor añadido.
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