Sin olvidar a Juan Lado, se me va la mente hacia la mirada perdida de esos cientos de inmigrantes africanos que, exhaustos, llegan cada día a las costas canarias. Dicen algunos que viven allí que el trato que reciben es a veces denigrante. ¿Qué tememos, en realidad, los habitantes de los países privilegiados? ¿Que nos roben nuestros trabajos? Ellos hacen cosas que nosotros nos negamos a hacer. Ayer estuve viendo un reportaje en La 2 sobre la pesca en el Gran Sol, y es una vida tan dura que apenas quedan gallegos y españoles que se enrolen, así que los armadores acuden a los inmigrantes. ¿Es tan raro para nosotros comprender que salen de países devastados, en los que trabajan por una miseria, y que sólo quieren un futuro mejor para sus familias? A veces me asusta el mundo en el que vivo. Hace un par de meses, echando gasolina en A Ramallosa (Pontevedra), tuve que escuchar a uno de los "gasolineros" echar pestes contra los peruanos, "que trabajan por la mitad que nosotros". Claro, estúpido, como hicimos los gallegos cuando emigramos, ¿o qué te creías? No he vuelto a esa gasolinera, aunque vivo cerca. Prefiero dar un rodeo buscando otra que aguantar a ese xenófobo. Tenemos que radicalizar nuestra reacción ante lo absurdo, no debemos dejar que venzan gentes como este cafre, aunque seamos menos quienes vemos el mundo de otro modo, no debemos rendirnos.
19 septiembre 2006
Subscribe to:
Enviar comentarios (Atom)
0 Comments:
Post a Comment